jueves, 19 de julio de 2012

Glengorm Castle: para inspirarse


Hay muchos lugares que nos sirven de inspiración para nuestros diseños Castlebaby. No tienen por qué estar lejos ni ser lujosos, simplemente, tienen que tener encanto y  transmitir paz, mucha tranquilidad. El sitio donde más lejos de todo me he sentido nunca y, por supuesto, más relajada es en Glengorm Castle, en la Isla de Mull, Escocia.

Glengorm Castle

El viaje comienza en Oban donde hay que coger un transbordador hasta la isla de Mull. Una vez allí, nos dirigimos a Tobermory, la ciudad más importante de esta pequeña isla. Las carreteras en Escocia se caracterizan por ser estrechas y llenas de sitios especiales. En cualquier lugar se puede parar a hacer un picnic, a contemplar los campos de lavanda o a ver las vacas de las Highlands que recuerdan a un peluche gigante con un flequillo de lo más original. Cerca del puerto se puede disfrutar de las casas de colores donde se han rodado varias series infantiles.

Puerto de Tobermory

Una vez salimos de Tobermory, nos adentramos en un camino que se dirige a un acantilado, flanqueado por vacas tranquilamente tumbadas en la pradera. Y, a lo lejos, podemos vislumbrar Glengorm Castle y oir ya el rumor de las olas contra los acantilados.

Vacas de las Highlands
Si los exteriores del castillo son románticos el interior es impresionante. Sus dueños lo han convertido en un B&B con cinco habitaciones decoradas de forma independiente con un marcado gusto por lo shabby chic. Sus camas de forja con dosel, sus paredes empapeladas en tono pastel y sus baños victorianos harán la delicia de los aficionados a este concepto. Darte un baño en una bañera victoriana con vistas al mar es un placer al que no se puede renunciar.

Habitación Ardmore

Habitación Ardmore con vistas al mar

Baño victoriano
Hay que destacar, también, el típico desayuno escocés servido en un salón del siglo XVI compuesto por alimentos naturales procedentes de las huertas y los animales del propio castillo.

Salón de desayunos

Tendremos que volver pronto porque, en la mudanza, perdimos todas nuestras fotos de ese inolvidable viaje… No hay mal que por bien no venga…


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